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Roy Linchtenstein. Multiple visions

El MUDEC de Milan nos presenta una fascinante exposición de uno de los grandes maestros americanos, una figura de primer orden del arte del siglo XX: Roy Lichtenstein (1923-1997). Artista culto, sensible y refinado, perteneciente a una familia de clase alta judía, amaba el jazz. En su formación artística y en desarrollar una gran sensiblidad en él se lo debemos a su madre, que era música.

La muestra parte de una idea bien precisa. Gianni Mercurio, el comisario,  tuvo la oportunidad de conocer al artísta en vida cuando era joven estudiante en Roma en 1988.Tenía el comisario de la muestra en aquella época la idea del imaginario colectivo, cuadros de comics, y le llamó la atención que Lichstentein tenía la voz de dibujos animados, como si fuera el doblador del pato Donald. Recuerda que el artista pop le dijo con cierta amargura (algo que no caracterizaba su carácter de Roy) que le molestaba que fuera recordado solamente por los puntos y el cómic. Con esa idea en la cabeza, Mercurio decidió poner en marcha  una exposición que fuera más allá del imaginario colectivo.

El resultado es una muestra que es imperdible, una joya para el ojo. Está distribuída no tanto por orden cronológico sino por temas. 100 obras, prints, esculturas, tapices.  Las salas del museo son de por sí un homenaje al POP ART: colores neutros en las paredes y el suelo a puntitos, usando la técnica  ben day. Una experiencia sensorial, una fiesta para los ojos, una diversión. Tal es el poder de las obras que el espectador siente ganas de tocar los cuadros, pasar del sentido de la vista al tacto.

Arte fácil, que es compatible con la sofisticación y reconocible además inmediatamente: viñetas narrativas, puntos, colores neutros, domínio de la línea.

Vivió este artísta gran parte de su vida en New York city, en un momento que Estados Unidos era la primera potencia mundial después de la II GM. Epoca de boom económico, consumismo y producciones en masa. Una cultura dominada por la imagen, la televsión en color, la publicidad con sus carteles. El arte que besa a la cultura de masas. Un arte fácil de entender, fascinante, con gran poder seductor, representante de una cultura visiva muy atractiva. Imagenes fieles, retratos de la sociedad de consumo y la cultura de masas.

En  Lichtenstein los elementos de las diversas culturas confluyen en su trabajo de deconstrucción y reconstrucción de la imagen, y son elaborardas en clave pop.

El artista americano no es un romántico, y desnuda el cuadro de cualquier implicación emotiva. Coge una copia, hace de ello la reproducción de una copia, que después reproduce. Arte como producción visiva, sin emoción, una contemplación del objeto en su integridad, un contacto directo con la imagen. Un reparar en un objeto singularmente cuando el ojo ya no está habituado a hacerlo.

La muestra está organizada a través de un recorrido temático, que evidencia la evolución del artísta. Desde la historia del nacimiento de los Estados Unidos a la época del far West, de las expresiones artísticas de indios con plumas de américa indígena, a la cultura pop tras la expansión económica mundial despues de la segunda guerra mundial. Para Linchenstein, igual que Picasso se inspiró en las máscaras africanas para crear en un cierto perído de su vida, él lo hará absorbiendo los orígenes de la cultura americana, el red power.

 En esta exposición contemplamos cuadros, esculturas y tapices, un Lichtenstein que se escapa del imaginario colectivo, que sería el las mujeres rubias en casas confortables que salen de una viñeta de comic con onomatopeyas dentro de una nube tipo: wowwww o I love you my darling. Al ir más allá del imaginario nos ayudan sus recreaciones modernas de artístas importantes como Van Gogh, Picasso, Monet, Caldero los tapices de fieltro y esculturas con juego de luces y sombras. Los cuadros de paisajes del año 1985, Landscapes, usando el Rowlux, un material interesante capaz de simular el cielo azul o los reflejos del oleaje marino. También están colgadas en los muros de las salas, obras perteneciente al expresionismo abstracto.

 “Para mí trabajar es como ir a un parque de atracciones”, dijo Roy Lichestein de sí mismo, y añadiría que, mientras contemplamos sus obras, nos estamos comiendo un helado con tres bolas de colores neutros, o un algodón azul de azúcar. Nos metemos  en ese parque de atracciones que es la mente del artísta trabajando. Al salir de la muestra, vemos la vida con más ironía.

 

 

 

Miriam La Fuente

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